jueves, 19 de mayo de 2011

BICENTENARIO.




Bicentenario. Estos días lo he vivido pero lo que más me ha gustado fue percibir que en los medios de comunicación tanto los temas políticos, policiales, internacionales, violencia, etc formaron parte de un segundo plano. Nuestra independencia ocupó valiosos minutos en cualquier recóndito espacio del país, por cualquier medio, en cualquier ciudadano.
No ví noticieros con deshumanizantes, abrumadores y atroces acontecimientos vinculados con violencia o inseguridad que se ha vuelto "el pan nuestro de cada día" sino por el contrario y aunque estuviéramos en medio de la euforia también nos sentíamos seguros, en paz, caminando por las calles con firmeza, sin miedo.
Leí de una fuente que por primera vez, las pantallas de televisión se llenaron de música, danza, coloridos desfiles, entrevistas y oportunos documentales sobre los hechos más resaltantes de nuestra historia. Algunos medios impresos bucearon en el pasado, rescatando a personajes y acontecimientos pocas veces abordados.
Después de mucho tiempo, los adultos se vieron obligados a revisar libros de Historia para explicar a los jóvenes y niños los sucesos que marcaron al país en los últimos doscientos años. Se desplegó el puente intergeneracional que ni la educación oficial había logrado afirmar hasta el presente porque nosotros mismos no estabamos tan interesados.
Descubrimos mucho más de lo que ni siquiera imaginábamos del guaraní y lo dulce que suena este idioma cuando es bien hablado, y nos sentimos orgullosos por ser uno de los pocos países bilingües de la región. Descubrimos, además, la variedad de nuestro folclóre y que entre quienes lo cultivan hay numerosísimos talentos.
En cada espacio histórico, bajo las enredaderas, en una hamaca, una sombra, entre guampas y sorbos de mate o tereré con el vecino, el amigo, con los abuelos hallamos variadas opciones de expresar nuestra emancipación.
Algo que a veces es ocasional nada más, como cuando juega la Selección Nacional o cuando algún medio televisivo menosprecia a nuestro país y nos levantamos contra todos para defendernos como podamos. Se nos encendió esa chispa, se nos reveló que por encima de ser colorado, liberal, de izquierda, derecha, olimpista o cerrista, SOMOS PARAGUAYOS.

Constatamos que cuando se quiere, se puede mantener limpio, ordenado y bonito el microcentro. Tú barrio, tu casa, tu ciudad. El Bicentenario produjo el milagro de que ahora esté dotado de basureros nuevos y en número suficiente; de que los policías cumplan un mejor desempeño de su labor, demostramos que todo es cuestión de disponerse y ejecutar las cosas como deberían ser hechas y con la colaboración de todos. Comprobamos que los delitos pueden evitarse o al menos reducirse.
El mejor homenaje a nuestra historia sería haber aprendido algo en estos últimos días y cultivarlo para cosecharlo después, que ésto pueda continuar de cierta forma y todos juntos podamos representar una unión soberana y libre, sin sangre ni luto bajo su impoluto manto tricolor.